miércoles, 13 de julio de 2016

Aforismos XXVI





Tarde o temprano, un político se vuelve un vendedor de crecepelo.  Al por mayor o al detalle, pero vendedor de crecepelo. Y eso es porque enfrente siempre hay más calvos que otra cosa.

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¿El que sólo haya una forma correcta de hacer algo y muchas de hacerlo incorrectamente quiere decir que el Demiurgo  se ha cuidado mucho con esa disposición de que lo incorrecto no se extinga?.

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Me da muy mala espina que sólo haya una especie con inteligencia en este planeta. No le encuentro explicación. A menos que……. pero no, no creo.

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Deje de mirar directamente a los ojos de la gente cuando les hablaba, desde el momento que todo el mundo supo que era signo de sinceridad. Lo mismo me paso con el apretón de manos cuando se supo que era signo de firmeza y determinación.  Tanta información a veces no es conveniente.

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Con la idea de que somos lobos en un redil pasamos la vida rechazando la posibilidad de ser corderos en libertad.

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La pobreza y la frustración nos hacen rozaduras porque apretamos demasiado los cordones de la expectativa.

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El poder de la suegra sobre el yerno es parecido al del comerciante sobre el cliente y está basado en la calidad del producto que ofrece.

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Al entrar en política lo primordial no debería ser saber si vas a poder sobrevivir o no, si no de si vas a hacerlo con decencia y honestidad o no.

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Siendo adolescente, un día me puse impertinente con mi abuelo y le dije,
-Los mayores nunca nos decís cosas que nos sirvan para algo.
Se me quedó mirando y me espetó,
-¿Te acuerdas del cuento de “El patito feo”?
-Sí
-Pues no era un cisne, era un patito.

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La vanidad en los jóvenes es inexperiencia. En los adultos, debilidad, y en los ancianos escalofriante.

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Dentro de mil años, nuestros descendientes tendrán sobre nosotros toda la información posible. ¿Tenemos derecho a ello?

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Sólo la máscara separa la pornografía del erotismo.